Puede pillarte un día cualquiera, tal vez en tu casa, tirado en el sofá, tal vez dando una vuelta mientras observas como proliferan este año las amapolas en el campo, pero lo que está claro es que por tu mente, insistente, ronda la idea de que nada nuevo pasa, un día, otro y otro mas, presientes, sabes exactamente a donde te llevarán tus pasos, a quien te vas a encontrar en el café, quien conversará contigo un rato, para decirte casi casi lo mismo de siempre, con quien dormirás esa noche, o con quien no.
Entre tanto tu das por pasado un día mas, un día como cualquier otro, sin mas novedades ni deseables, por carencia imaginativa o quien sabe si pudor o por el mero miedo a desear, ni indeseables, qué miedo también. El existir se ha convertido en inocua rutina,convalecencia deseada, plenitud de carencia.
Pero en ese momento en que uno, aun sea por insana necesidad de automatismo, de vincularse a lo estúpidamente conocido, le surge el pensamiento, la angustia, la terrible idea: Vivir un mismo día todos los días de la vida...no debe preocuparte demasiado...allí donde no puedes ni saberlo: algo si está sucediendo.
